"Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente dimana de la
presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuraran a ejecutar la voluntad de Dios".

jueves, 14 de abril de 2011

LEVANTATE!

Por jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. Salmo 37:23,24.

Isaías es un joven cristiano. Aprendió a depositar su confianza en Dios desde niño, y las cosas siempre le fueron bien. Hace cinco años, inicio un negocio. Iba viento en popa. Lamentablemente, quiso dar el paso más largo que las piernas, y hoy la empresa está hundida en un mar de deudas.
El joven empresario entro en pánico. Se desesperó y, arrodillado, pregunto a Dios: "¿Por qué permitiste todo esto, si yo siempre te coloque a ti en el control de mi empresa?"
Isaías necesitaba entender el texto de hoy. ¡Qué sucede cuando el ser humano permite que Dios ordene su camino? La vida es una experiencia de crecimiento y de prosperidad. La palabra hebrea traducida como "ordenar" es kuwn, que significa afirmar, dar seguridad, establecer. ¿No es eso lo que toda empresa necesita para dar resultado?
Cuando tus pies vacilan caminas con timidez; tienes miedo de arriesgar, no te atreves a avanzar. ¡Que te falta? ¡Que Dios establezca tus pasos, que de firmeza a tus pies!
Conozco gente inteligente, capaz, luchadora y tenaz, que no prospera. Cualquier iniciativa termina en frustraci6n. Entonces culpa a los demás y, si no encuentra a otros para culpar, transfiere la causa de su fracaso a la "mala suerte" o al "destino".
Por otro lado, el hecho de que Dios ordene tus pasos, como es el caso de Isaías, ¿quiere decir que estarás libre de dificultades? ¡No! Vives en un mundo de dolor y tristeza. Muchas veces, tus pies resbalaran; encontraras hoyos traicioneros en tu senda, trampas, lodo, y hasta arena movediza. Pero, ahí entra la segunda parte del texto: "Cuando el hombre cayere, no quedara postrado porque Jehová sostiene su mano".
Esta es la figura del padre, que camina llevando a su hijo de la mano. Los pies del niño pueden resbalar, tropezar, porque es niño; pero, mientras el padre lo sostiene de la mano, el niño no queda caído.


Partor Alejandro Bullon
Meditaciones  para adultos

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